Hace muchos, pero muchos años, Jesús hizo el más grande de todos los sacrificios por nosotros, él nos salvó. Dejó todo preparado, en la última cena, repartió pan y vino con sus discípulos, diciendo: “Tomad y comed, esto es mi cuerpo.» “Tomad y bebed, esta es mi sangre.”  

Hoy en día, este evento es la parte más importante en la eucaristía. Se habla mucho de apariciones místicas, que han ocurrido con el tiempo, pero no nos damos cuenta de que en todas las misas Jesús se hace presente, nos acompaña y nos demuestra el amor que nos tiene. No demos por sentado este hermoso momento que podemos presenciar y valorar.